Se pone de pie, desafiante, me mira de costado. Camina despacio por esa línea tan fina que va del sueño a la renuncia, sin perder el equilibro, me tiende su mano.
Y yo aquí, paralizado...
Cómo puede un alma tan pesada moverse sobre tan fino cordel, cómo pueden mis manos dar vida a esos seres que reclama, a esos paisajes que anhela, a esos amores...
Tal vez no pueda, y de eso se trate, del sabor del fracaso en el café del desayuno del día después de todos los intentos, ver, querer y no poder. Del ego creciendo a gritos, del mejor escenario para volver a luchar.
O tal vez pueda, y de eso se trate, de los colores desbordados, del ego creciendo a sonrisas, de las flores a mis pies, de los sueños que pagan al contado, de las mariposas muertas de envidia, vanidad... el mejor escenario para volver a luchar.
Se detiene, me observa, me tiende su mano.
¿qué esperas?... Vamos... ¿Qué esperas?
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