No temas, amor... no existe tal cosa como una despedida. Serás
tu camino, seré el mío, pero esta eternidad que compartimos será para siempre
nuestra.
Quedaran entonces un par de pisadas superpuestas que
lentamente, en armonía, se irán distanciando.
El aliento del tiempo traerá nuevas flores que cubrirán los
desniveles del camino andado, hasta que solo quede una hermosa pradera
recorrida, disfrutada, conocida y recordada… solo eso.
Seguirán tus manos dando a luz nuevas canciones, y tu aguda
mente ayudará a otras mentes a construir espacios sólidos entre tanto vendaval,
mientras que mis manos y mi mente seguirán discutiendo eternamente entre las
comas y las tildes de algún nuevo texto que tus ojos verán, o tal vez no… eso
ya no dependerá de nosotros.
Tejerás entonces con tus días y tus noches, la trama de tu
vida que llevará a tus palabras a los oídos de los que en más la necesitan,
mientras que mis letras viajaran, siempre inspiradas en tu claridad, buscando
hacer puerto en esos ojos que, lejos de tus palabras, pueda necesitarlas.
El amanecer de esta noche será tan brillante, que ya no
pensaremos en lunas de diciembre ni en estrellas de abril, Nos bastará, a ti y
a mí, con tenernos en esa fotografía sonriente. De cara al sol seguiremos
adelante.
No temas amor, nuestro tiempo no se ha consumido.
Simplemente ha cambiado, como lo han hecho nuestros cuerpos, como lo han hecho
nuestros corazones.
La simpleza de este último abrazo aturde, confunde y hace
temblar todos los supuestos, pero tu también sabes escuchar a ese ángel que de
tanto en tanto, de sueño en sueño, te dice “todo está bien”.
No hacen falta agradecimiento, en lo absoluto. Cada gota de
amor ha sido bien correspondida, cada lágrima secada en cada beso, cada beso
eternizado en cada suspiro.
No temas, amor... no existe tal cosa como una despedida.
Serás tú camino y yo seré el mío, pero esta eternidad que compartimos será para
siempre de los dos.