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11 junio, 2013

Espectral

... Entonces vos entraste con un libro debajo del brazo, riendo, como si el viento y la lluvia te hicieran cosquillas., te sacudiste un poco la humedad del pelo y saludaste con un gesto a alguien a quien conocías hace tiempo.

Decidiste sentarte en mi mesa, que no es mi mesa porque me pertenezca, sino porque simplemente yo estaba sentado allí, con mi libro en el regazo y un jarrito mediano de café casi vacío, observando  el espectáculo a-temporal de tu llegada.

Corriste la silla, me saludaste con una sonrisa y el mozo se apresuró a llenar mi taza y luego la tuya, que sacaste de un bolsillo y que tenía forma de corazón (es curioso como suceden las cosas en los sueños). 

Bebiste un sorbo largo de café, sin una gota de azúcar, dejaste tu libro sobre la mesa y comenzaste a hablar de tu viaje, de tus vidas, del espacio y de algunas estrellas a las que querías que te acompañe alguna vez.

Yo permanecía en silencio (creo), hay sueños en los que no recuerdo tan bien mis acciones como las de los demás. Si sé que en un momento apoye mi libro sobre la mesa, junto al tuyo y la imagen hizo que dejaras de hablar por un segundo. "Un espejo", dijimos a la vez y comenzamos a reír.

Me tomaste la mano y continuaste hablando de tu madre (o era de la mía... o tal vez de la de todos) y mezclando palabras en francés mal pronunciadas (no so como, pero se que no estaban bien pronunciadas).

De repente te pusiste de pie, caminaste junto a mí y me besaste en la mejilla, y luego en la boca, y otra vez en la mejilla y por un instante me perdí en la ventana de tus ojos, y supe que vos también te perdías en los míos, y que allí es donde nuestras almas se encontraban, nuevamente, después de tantos giros lejos la una de la otra.

Volviste a besarme (o tal vez yo te besé), sonreíste, tomaste tu taza y antes de salir me regalaste una canción, que de alguna manera comenzó a sonar. Quise pararme, para seguirte, pero me indicaste que escuchara, llevándote el índice al oído, volviste a saludar a ese alguien con el mismo gesto que al llegar y desapareciste, sin cruzar nunca la puerta del salón, como si tu figura espectral hubiese vuelto de alguna forma al cuadro del que había salido, como una ráfaga mas de viento, o como un suspiro tenue de mi imaginación.

Tu libro y mi libro quedaron en la mesa, que ahora es mi escritorio, porque el café en el que estábamos ahora es mi cuarto, y afuera ya no llueve,   pero la canción... la canción seguía sonando aún...




(Gracias entonces, por el mensaje, por la canción, por las historias... gracias por los viajes y sobre todo por los besos...)

2 comentarios:

  1. gracias por hacerme sentir que estaba jugando a la rayuela durante un rato ;)

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    Respuestas
    1. :) Gracias a vos por tus viajes y tus estrellas, y por animarte a a pasar por ese café con tu libro, tu taza, tus canciones y tus besos :)

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