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26 noviembre, 2013

Abuelas

Que triste serían los domingos
sin ese olor a comida casera,
sin esa mirada de complicidad,
sin esas golosinas de contrabando.

Que tristes serían las tardes
sin sus resúmenes de noticias,
sin el mate amargo con yuyos,
sin el sorteo de la vespertina.

Que triste serían los jardines
sin las flores de sus delantales,
sin el aroma de sus perfumes,
sin las mariposas de sus recuerdos.

Que triste sería la vida
sin ese abrazo con beso en la mejilla,
sin esa señal de la cruz en la frente,
sin ese te quiero, de manos arrugadas.

Que triste sería todo,
que triste....
y que solitario sería el mundo
sin las Abuelas.


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