Una simple melodía me desvela
empujándome esta noche hacia tu puerta.
Qué excusa pondrás para no abrirme,
qué excusa pondré si quedó abierta.
Tantos siglos quemados por el fuego
de tus manos alejadas de las mías,
mueren tu generación, mi dinastía,
y de esa muerte nace este poema.
Es tan triste y obscuro el anatema
que condena mis memorias al olvido,
qué villano de cuento, quién ha sido
capaz maldecir de esta manera
a mis ojos, que buscándose en los tuyos
encontraron negación y paraíso.
Será acaso el que escribió la melodía
que me empuja esta noche hacia tu puerta.
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