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17 julio, 2013

Revolución

Lo maravilloso, lo mágico de todo esto (sin duda es más magia que otra cosa) es que de tanto que quiero decir, no se me escapa una sola palabra con la claridad suficiente para describir ese "no se qué" del alma.

Estado nuevo, plenitud del alma, ansia de besos, miles de ideas y deseos prestos a convertirse en arrebatos peregrinos para volver hasta tu puerta, hasta tu abrazo, tal vez un poco más allá, tal vez hasta tus besos.

Pero acá estamos...vos escribiendo de amor, yo encendiendo otro cigarrillo y sin saberlo, a uno y otro lado del desierto comienza a gestarse un mundo nuevo... Un mundo que no se a ciencia cierta si seremos o no, pero que si puedo asegurar que, sea lo que sea, será eterno.

Crear lo eterno, lo insoluble, lo que va a llenar todos los rincones. En fin, un mundo nuevo.

No, no me preguntes (ni te preguntes) cómo... no creo que existan mas explicaciones mas allá de esas miradas, esas risas o esos mates. 

Estás tan acá. O tal vez yo estoy muy allá, el tiempo/espacio funciona de una manera extraña estos días. Me desdoblo, como si fuese un sueño (un sueño dentro de otro sueño) y es tal la claridad de ese espacio, ese caer constante al vacío, al fin sin esperanza de alas que crecen, de planeo de águilas azules... simplemente caer, casi flotando, pero a fin de cuentas cayendo... sabiendo que al vernos, es decir, cuando realmente lleguemos a vernos, no con los ojos, sino con el alma, tocaremos fondo y el estallido de ese encuentro de nuestras almas va a destruirlo todo... estructuras, dudas y miedos... todo por igual.

Nubes de polvo, sincrónico, nubes de orgasmo... la pasión desmedida y el inicio, en una plaza y media, de la única revolución sinceramente posible, la de nuestro ser volviendo a ser uno después de tantos años, separado, buscándose, perdiéndose... en fin, revolución de amor, la única de las revoluciones que nos será posible concebir.



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