Todo es tan
difícil del lado del mundo, la vida y sus preguntas, la noche y su frío, el
helado de postre, el humo del narguile… todo construye distancia, palabras de
más, horas que se consumen solas… y no sé bien cómo fue, pero de alguna manera
nos las ingeniamos para acercarnos lo suficiente para que el salto fuera
posible.
Las
primeras, las más valientes, como siempre, fueron mis manos. En un movimiento
directo y silencioso se lanzaron al encuentro, con un almohadón por excusa y
camufladas de caricia, aferrándose a las
tuyas con tal dulzura que nada hubiese podido separarlas, al menos no esa
noche.
Luego
siguieron las piernas, a fuerza de incomodidades más o menos reales, como
jugando, fueron haciendo camino entre las tazas de té y los dados que rodaban
por la alfombra. Inteligente o torpemente, no lo sé, pero casi sin
advertirlo estoy sentado junto a ti, el
puente va tomando forma.
Entonces mi
cabeza, cansada del monologo que reza mi boca y haciendo caso omiso a las
órdenes que dicta el miedo, sacrifica su comodidad y va a posarse junto a la
tuya…
Aprovechando
la avanzada, mis ojos se encuentran con los tuyos, se suspenden las palabras y
nuestras respiraciones se sincronizan, el puente está casi listo…
Pero
sorpresivamente, estando nuestros mundos tan cerca, toda la inercia que me
empuja hacia ti se detiene. Las dudas, en un poderoso intento buscan zafar las
amarras del puente, la lucha en mi interior se vuelve intensa y amenaza con
durar toda la noche… pero algo mágico sucede.
Justo
cuando manos, cabeza y corazón están dispuestos a ceder a los embates del miedo,
tus ojos, en el más dulce acto de locura, se cierran, y en ese segundo de
confusión las dudas retroceden, el miedo se confunde, una respiración profunda
y saltamos…
25 años de
viaje, miles de kilómetros de mi boca hasta tu boca, una caída eterna que dura
dos segundos, mi mano en tu mejilla, y el encuentro.
Las respiraciones
contenidas, como si estuviéramos por despertar de un sueño. Toda nuestra vida,
tantos siglos, tantos hombres y mujeres, tantas lágrimas y risas, todo se une y
cobra sentido en ese espacio en que nuestros labios, por primera vez, al fin, se
encuentran… Un beso que se prolonga, que se hace dos, que se hace diez, que se
hace mil.
La magia y
el deseo de congelar este instante para siempre, nuestros ojos se VEN ahora por
primera vez, ya no hay dudas ni distancias, podemos ir y venir, amor, el puente está construido.
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"Finalmente morirnos en un beso, re-nacer ahora es una necesidad,
volver a besarte, re-nacer, volver a besarte... y así, hasta que la vida diga basta" |