ciegamente, al día
en que la poesía
no me sea suficiente.
Me aterra pensar en un otoño,
que en su lento pasar
se lleve la magia de las palabras
y me deje sin colores los versos.
Me asusta la sola idea
de encontrarme de frente a un trozo de papel
y no poder plasmar en el belleza alguna,
por efímera que sea.
Me congela de espanto
considerar que pueda aquel día,
gris y obscuro día, existir
porque entonces me quedara
solo la muerte, como ventana...
y ese dejarse caer del piso 10
o esa soga que se mece
a mas o menos 2 metros del sueño
serán entonces, sino la única,
al menos la mejor de las opciones.
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