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09 agosto, 2013

Dos Medias Lunas.

Los acuerdos de no agresión interior, no pueden durar demasiado. Los tratados firmados sin mates de por medio, los cigarrillos abandonados en el cajón, las duchas frías a primera hora... son muchas fisuras en una estructura que hace su mayor esfuerzo por mantenerse intacta.
Tiemblan y transpiran los pilares que sostienen esa especie de código de conducta interior que con los días y las noches (sobre todo con las noches) se ha vuelto mas y mas pesado... Una tensión innecesaria (dos de espadas), el aire que se podría cortar...

Hasta que en un momento, alguien sin querer estornuda, y en el esfuerzo de contener el sonido perturbador emite una queja, que se vuelve una duda, que fabrica un concepto y de mano en mano va a parar a las manos menos indicadas, a las de la Razón. Que en pocas horas ha puesto a todo el reino en movimiento y marcha, con todo su ejercito, por los prados que hasta ayer no eran mas que un dulce café de ensueño.

Del otro lado está el, cansado de estas luchas sin sentido, de vivir acosado por los espías del miedo, de tener que aparentar cordura para mantener la paz en el reino.

Suenan trompetas, es la hora pactada, está por amanecer.

Pero conforme la luz va presentando el paisaje nuevamente, la Razón se sorprende al ver que su enemigo se encuentra solo, sobre su caballo, espada enfundada, cigarrillo en mano.

Sus dos capitanes lo acompañan a su encuentro, el ejercito se agita por el desconcierto, tantas promesas de sangre, de batallas épicas, de honor y de deber no serán nunca cumplidas... amenos que sea una trampa... en ese caso...

Llegan al encuentro del solitario corazón que los mira fijamente, y el Miedo es el primero en hablar.

- Finalmente te has vuelto loco, deberías temblar al ver nuestro ejercito, tu final está cerca y... - Con un movimiento de su mano izquierda la Razón le ordena callarse, mira de reojo a la Culpa y ambos capitanes retroceden unos pasos dejándolos solos frente a frente.

- Tus capitanes no entienden bien cómo son las cosas aún ¿verdad bella Razón?
- No es de ellos de quien debemos hablar Corazón
- ¿Hablar?, con todo tu ejercito aquí... curiosa forma de dialogar, me recuerdas un tanto a ella.
- ¿Por qué estas aquí solo?
- Porque ni uno de mis hombres morirá por tus caprichos insensatos de dominio y control, Razón.
- Arrasaré tu reino y a cada uno de ellos, dentro o fuera del campo de batalla, puedo hacerlo, lo sabes bien.
- Pero no lo harás, siempre has tenido ese poder y nunca lo has hecho. Es como en este momento, sólo deberías empujar un par de centímetros mas y tu lanza acabaría conmigo, pero no lo haces...¿te has preguntado por qué?

Sorprendido, como si despertara de un sueño, la Razón observó como su mano derecha sostenía firme su lanza por el cabo y como la afilada punta rozaba el cuello del Corazón. ¿en qué momento había empuñado su arma? ¿ como pudo no advertirlo?... comenzó a perderse en sus propias dudas ¿qué estaba haciendo allí?... pero debía mantener la postura, sacudió levemente la cabeza y clavó sus ojos en la mirada taciturna y gris del Corazón que la observaba con ese brillo que tan bien lo caracterizaba.

- ¿A que viene todo esto? ¿De qué rayos hablas corazón? ¡!
- Vamos a tener que cambiar muchas cosas si queremos seguir viviendo juntos aquí. Para empezar, debemos renunciar a tus deseos de control, no somos capaces de hacer nada, mucho menos de controlar las circunstancias en las que todo se sucede, si no vamos a entregarnos a esta magia, moriremos mucho antes en una lucha que no tiene sentido.
- Estás completamente loco Corazón - dijo con firmeza, y enderezó el brazo que sostenía la lanza, causando una pequeña herida en el cuello de su adversario - no solo me dices que debemos dejar que "todo suceda" sin considerar ninguna posibilidad, sin leer entre líneas, sin suponer las mejores o las peores cosas de esta "magia" como tu la llamas, sino que ademas pretendes imponerme tal conducta, tu solo, mientras yo aquí con mi ejército planeo destruir todo lo que tiene tu aroma. Estas completamente loco.
- Loco, si, pero no solo. Si te fijas bien, estamos parados en el centro del valle, en su parte mas baja. Si hubieses dejado de lado tus certezas podrías haber percibido el mundo que hay detrás de tus conceptos e ideales. Es decir, hubieses visto que mi ejercito se encuentra sobre las lomas que rodean este terreno. No, no estoy solo, Razón, te tengo rodeada.

Era verdad, solo necesito levantar un poco mas su cabeza para ver las miles de figuras que se repetían a lo largo de los montes circundantes. Una trampa, le había tendido una trampa a ella, la gran estratega...

- Pequeño e insignificante bastardo, ¿cómo te atreves a...
- Mejor baja tu lanza, Razón, mis hombres no están dispuestos a atacar, han venido todos por una promesa de paz. Pero si prosigues con esta agresión tus hombres morirán antes de alcanzar la primera sima siquiera.
- No me asustas, sabes que prefieren morir a rendirse. Morirán luchando y serán recordados.
- Recordados por quién querida Razón, todos moriremos algún día y nadie habrá que nos recuerde.
- Lucharemos por el honor.
- Lucharas porque eres una necia.
- Cuida tus palabras Corazón.
- No tiene sentido discutir contigo Razón, mi ejercito ganará, pero tu y yo moriremos aquí, ninguno de los dos saldrá victorioso de este combate, así que baja tu espada o ponle fin a mi vida pero ya deja de comportarte como una cobarde.

Se hizo un breve silencio, el Miedo y la Culpa Aferraron las empuñaduras de sus espadas, el caballo de la Razón resoplo profundamente y esta, clavando su lanza en el suelo respondió...

- Está bien, ¿qué me propones?
- Nada.
- ¿Nada?
- Nada nuevo amada mía, dejemos que todo se suceda, que las locuras sigan sumándose y que las lecciones que deban llegar, lleguen por si mismas. Se que tienes dudas y que a tu experimentada sabiduría los cálculos de esta ecuación no la convencen, pero no puedes negar que es algo completamente nuevo.
- Solo puedo decir que no sé que es lo que sucede con el, está actuando tan... tan..
- Libre, Razón, es libre. Tal vez por primera vez, tal vez por única vez, carece de expectativas y pese al incierto que lo rodea tiene una certeza interior de amor por la que va a cruzar todos los mares y desiertos que sean necesarios.
- Si sale herido Corazón, te juro que.
- Seguramente saldrá herido, eso es lo mágico, el también los sabe, lo intuye. Abrirse al amor, es abrirse también a la posibilidad de ser herido. No se pueden tomar solo algunos aspectos de esta vida porque nos son mas o menos afines, se puede tomar todo, o se puede dejar pasar todo. El lo ha entendido, por eso camina como camina.
- Perdóname Corazón, pero es una locura.
- Lo es, pero es su locura y no vamos entrometernos, no esta vez.
- Podríamos...
- Siempre podremos, pero no vamos a hacerlo. Llevamos 25 años haciéndolo, Sacrificando millones de hombres en estas ridículas batallas para que uno u otro de nosotros decidiera por el lo mas conveniente, ¿y cuál fue el resultado?. Horrores, platos rotos, fotos condenadas a la hoguera, rencores y flagelos... No le hemos traído nada bueno a el, ni a este reino, ni a ninguno de nosotros dos.
- Tal vez tengas razón, pero si es así, ¿que debemos hacer?
- Nada, solo guardar todas estas armas, liberar a los hombres de su juramentos, dejar caer los códigos y dedicarnos a inventar un algo nuevo... el esta viviendo algo nuevo y nosotros no presentamos ningún tipo de apoyo para su reino.
- Vamos a perderlo todo Corazón
- Nunca tuvimos nada Amada mía.
- No tiene ni una gota de lógica lo que dices...
- Pero tiene sentido.
- Si...se que si. - respondió la razón clavando su mirada en el piso.
- No te aflijas, encontraremos nuestro lugar en este nuevo orden.
- Si tu lo dices - respondió la razón, dando media vuelta y dirigiéndose a sus capitanes - Regresen al castillo, rompan los juramentos y por favor que alguien queme ese pesado código de conducta. Aprovecharemos el fuego para cocinar algo para los hombres hoy, será su despedida de las filas. ¿Alguna duda al respecto?
- No Señora - respondieron a coro y salieron al trote ligero.

Minutos después los ejércitos se esfumaban a lo lejos del valle ante la mirada vacía de la Razón.

- ¿Y tu que harás? - preguntó el corazón.
- No lo se, no se que voy a hacer, pero si se que vas a hacer tu.
- Suenas muy segura para ser alguien que ha enviado sus ejércitos a casa, pero te seguiré el juego ¿que debo hacer yo mi señora?
- Me basta con mi mano derecha para acabar contigo Corazón, no cruces esa línea.
- De acuerdo - respondió el entre risas - ¿sus ordenes?
- Vas a invitarme a desayunar, comenzaremos por ahí.
- ¿A desayunar?
- Si, se me antoja un capuchino con 2 medias lunas - dijo volviéndose nuevamente hacia su entrañable enemigo.
- Una menguante, otra creciente, como cuando eramos niños.
- Yo decidiré los recuerdos del desayuno Corazón, tu solo elegirás el lugar, y me dejaras pagar la cuenta.
- De acuerdo, pero con una condición.
- ¿y que condición es esa?
- Que me dejes pagar luego la cuenta del almuerzo.
- La única manera de que almorcemos juntos es que cocines algo casero, de lo contrario...
- Trato hecho - dijo el Corazón poniéndose en marcha, galopando junto a ella.
- Y yo elegiré el vino - agregó la Razón
- Eso podemos discutirlo...
- ¿No le podrás azúcar al mate verdad?
- Jamás, pero volviendo al tema del vino...





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