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12 agosto, 2013

Maldición.

Te condeno, a caminar y ver mis ojos
en el reflejo de los ojos de la gente,
a que pronuncies sin querer mi nombre,
a que intentes olvidarme, inútilmente.

Te maldigo, en el blanco de la luna,
y en las hojas de los árboles perennes,
para que al verlos sea triste tu fortuna
y te recuerde el corazón, que no me tienes

a tu lado. Que los poderes que conjugo
en este intento profundo de venganza
atraviesen tu quietud, como una lanza
y embravezcan el mar de tus sentidos.

Mil veces y una mas, yo te maldigo
a contemplar con dolor el segundero,
que los espejos no devuelvan tu sonrisa
y sean amargos los sabores de un "te quiero".

Decreto que la flor de tu ventana
pierda aroma y color. Que la poesía,
que puebla las paredes de tu barrio,
sea vinagre en todas tus heridas.

Que el humo de un cigarrillo te desvele
y confundas cualquier perfume, con el mío,
que queme, mientras corre por tu sangre,
el veneno de la flecha de cupido.

Y si esta maldición, no se cumpliese,
por ser injusto sufrir ese tormento,
te condeno a leerme en estas líneas
para que sepas, al fin, como me siento.

foto: Gonzalo Sainz-Trápaga http://www.flickr.com/photos/gomox



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